4.502 quesos, 43 países y 264 jueces. Son las mareantes cifras de este año en el World Cheese Awards, el concurso de queso más importante del mundo.
Trontheim, Noruega, situada en el fiordo del mismo nombre, fue la ciudad elegida para la celebración en su treinta y cinco edición.
Noruega acogió por segunda vez la celebración de este concurso (la primera vez fue en el 2018) donde un Gouda del país se llevó el gato al agua. Noruega parece que le tiene cogido el truco a este concurso porque es la tercera vez que lo gana en 7 años.
Todos recordamos a Gunnar y su queso Kraftkar, al maestro ganador que se encontraba en San Sebastián en la edición del 2016 con su jersey azul y blanco típico del país. Era la primera vez que un quesero se encontraba en la sala y fue muy emocionante. No sería la última vez. En aquella ocasión, estuve presente como jueza catadora. En esta ocasión, en el 2023, tuve una gran alegría al ser seleccionada para ser coordinadora de mesa y super juez.
Para mi es un gran honor ya que, en toda la historia de los World Cheese Awards,(es la información que me han facilitado) solamente cinco profesionales del sector hemos sido super jueces representando a España y uno más representando al País Vasco.
El funcionamiento del concurso sigue siendo igual, lo que cambia es el número de muestras presentadas, cada año más, y nuevos países que se van incorporando. Paneles de 3 jueces en mesa de cata de unos 45 quesos, van testando los quesos para otorgar las correspondientes medallas (bronce, plata y oro) según las puntuaciones que tengan. De esa mesa saldrá un supergold entre los oros concedidos. En total este año cien mesas y cien supergold.
La siguiente fase es la elección de los 16 supergold por los denominados superjueces o jueces supremos elegidos para la ocasión. La gran final es la exposición por parte de estos jueces de su elección y la siguiente votación que determinará la puntuación y el ganador.
¿Cuál ha sido la sorpresa de este año? El ganador ha sido un queso azul noruego, Nidelve Blá de una pequeña granja a las afueras de Throntheim. También estaba en el auditorio el personal de la pequeña quesería y de nuevo la emoción se desbordó.
Tuve la suerte de catarlo (también estaban exponiendo dentro del festival que hay paralelamente) y como dije en la gran final, es el queso azul perfecto. Equilibrado, sutil, elegante y largo en posgusto que te incita a comer otro pedazo.
Lo que llamó también la atención fue la no presencia de quesos españoles dentro de los diez y seis finalistas. Creo recordar que en los últimos ocho años siempre hemos estado ahí con uno o varios luchando por tener ese deseado mejor del mundo. Lo conseguimos en el 2021 con el queso Olavidia de la quesería Quesos y Besos en Oviedo.
Eso sí, España se trajo para casa más de quinientas cincuenta medallas, diez y siete de ellas Super Gold, es decir, que de cien mesas que había, en diez y siete ha sido el mejor de ese panel de cata. Vaya por delante mi enhorabuena a todos los que lo han conseguido, sea cual sea la medalla obtenida porque es un gran triunfo.
El listado de esas queserías está presente en internet por lo que no voy a detallarlas de nuevo.
He pedido el número total de quesos españoles presentados a la organización, pero hoy en día no me lo han facilitado. También del resto de países para comprobar cuál es el porcentaje de medallas con relación a los quesos presentados y hacer una comparativa con el resto de los países. Espero poder hacerlo algún día, la verdad.
Ha pasado una semana desde entonces y es ahora cuando vemos en prensa y redes sociales toda la publicidad que se está haciendo de esos galardones. Me sigue sorprendiendo que haya queserías y algunos medios que sin pudor alguno se anuncian como el mejor del mundo. No se cortan nada. Quiero recordar que mejor queso del mundo según el World Cheese Awards sólo hay uno y este año se llama Nidelve Blá. No hay más, lo siento.
El resto es confundir al consumidor y esto se lleva haciendo desde hace años. Conseguir una medalla no es fácil y mucho menos un SuperGold pero hay que comunicarlo bien.
Más de quinientas medallas son muchas sí, pero no debemos ser conformistas. Hay que trabajar para estar siempre en lo alto, representar a nuestro sector con quesos extraordinariamente elaborados que reflejen nuestro buen hacer, nuestro territorio y cultura. Este año, entre los 16 mejores quesos, no ha habido ninguno español. En otros años sí. A eso me refiero cuando digo que el camino es seguir mejorando, alegrándonos por los avances pero siendo muy conscientes de los retrocesos.
Si queremos ser grandes en el mundo quesero, referentes mundiales y competir con los mejores productores internacionales, no vale quedarnos solo con las buenas palabras. Este año más de quinientos quesos españoles se han llevado medalla. Enhorabuena a cada uno de ellos. Son premios muy merecidos, fruto de un gran esfuerzo y un trabajo diario.
También se puede abrir una reflexión y una pregunta: ¿por qué ninguno de los quesos españoles presentados ha llegado a la gran final como sí ocurrió en otros años? Intentar acallar esta pregunta con comentarios aparentemente bienintencionados o con palmaditas en la espalda asegurando que solo con estas medallas ya somos triunfadores, en mi opinión, es un flaco favor que estamos haciendo al mundo quesero español. Cualquier empresa, del sector que sea, lo sabe.
Esa ausencia de quesos españoles en la gran final llamó la atención a la prensa (y me preguntaron directamente en una entrevista) pero, por lo que he podido leer en redes sociales, no ha ocurrido lo mismo dentro del sector quesero.
En pocos años, algunos países (algunos de los cuales no tienen, en apariencia, tradición quesera como India) han tenido una evolución espectacular alcanzando posiciones muy importantes en el panorama internacional y, por tanto, consiguiendo importantes reconocimientos y premios.
Esta noche, si el cielo está despejado, me asomaré para ver alguna estrella fugaz y lanzar un deseo: “que en los próximos World Cheese Awards algún queso español, como mínimo, sea seleccionado para la gran final”. Quizás así funcione.