Antes de nada, confieso y confirmo, que me declaro abiertamente #Begoísta. Incluso antes de probar ninguno de sus programas.
Por ello, y tras ponerme en sus manos y abrazos (nunca mejor dicho), voy a contar mi experiencia.
Fue en Huelva durante el Congreso Binómico cuando conocí a Begoña y a Alex, las dos personas que forman el equipo junto a Cuchita, y desde el primer momento ya hubo una conexión especial. Por lo menos así lo sentí yo, aunque pueden preguntar a ellas si fue mutuo.
Esa primera noche, y su exposición en el citado Congreso al día siguiente, acabaron por convencerme que aquello era para mí. De alguna manera habían implantado una semilla dentro que hacía que lo quisiera probar. Llámenla cómo quieran, energía, luz, fuerza… Un torbellino de muchas sensaciones son las que te invaden cuando hablas con ellas, cuando describen su filosofía, su razón de ser.
Buscar cinco días libres en casa con mi agenda de fin de año parecía misión imposible pero no hay mejor cosa que aplicar ese dicho de “querer es poder” y, finalmente, llegó a casa la primera caja. Elegimos el mejor momento tras treinta y ocho días viajando con todo lo que ello implica: horarios de comidas irregulares, cocinas de otros países, mucho tiempo sentada en aviones, trenes o coches…
La misma clase que desprende el equipo de Begoistas viene reflejada en la caja o los sobres con las instrucciones. Los detalles (que ya a estas alturas todos deberíais saber que me pierden) está presente en todo lo que hacen.
Una cosa que debes hacer sí o sí es mirar y volver a mirar tu nevera una vez colocado todo. Porque viene por número y colores para cada día. En la mía se instaló directamente una verbena cromática con un deseo irrefrenable de querer probarlo todo en ese mismo instante. Y sí, admito que abrí muchas veces mi frigo para disfrutar de semejante espectáculo, que nunca me vi en una igual.
Vale, y ahora que tenemos todo, ¿cómo se hace? Tan fácil como buscar el día y el número de tu comida (recuerda que va por colores cada jornada) y a ensamblar alimentos, si procede, calentar o tomar frío. En las instrucciones lo explican a la perfección. Servir y disfrutar.
¿Cómo me sentí ese primer día? Pues otra cosa que voy a manifestar públicamente: como una DIOSA/REINA/EMPERATRIZ/SULTANA/ZARINA . ¿Se ha entendido bien?
En primer lugar, digámoslo bien alto y sin culpa ninguna: eso de no cocinar sienta muy, muy bien. En segundo lugar, porque es divertidísimo. Sí, lo he descrito bien, ameno y divertido.
¿Te puedes imaginar tener como snack de media mañana unas deliciosas palomitas al curry o un hummus de edamame y guisantes? ¡Con sus totopos por supuesto, faltaría más!
Desayunar gofres con nata, compota de fresas y chía, comer un ají de pollo o cenar gazpacho de cerezas. ¿Apetece? Pues estos platos han sido parte de mi menú durante los cinco días que he desayunado, comido y cenado con el plan “Sentir” de Begoistas.
Un sinfín de platos repletos de vitaminas, probióticos, proteínas vegetales por poner un ejemplo y llenas de salud y vida. Por no hablar de la infinidad de nuevas recetas y productos que he podido probar por primera vez y que no tenía idea que existieran.
Es como cuando vuelves al gimnasio después de mucho tiempo y al día siguiente te duelen partes que ni sabías que estaban en tu cuerpo. Pues esto pasa con los planes de Begoistas, se ponen en funcionamiento sistemas en tu organismo que estaban un poquito dormidos para darte placer. Gran diferencia con la otra situación obviamente. Aquí todo es placer.
Voy acabando con una de las cosas más importantes: cómo me sentí tras esos cinco días. Mi cuerpo reaccionó desde el primer shot de manzana y jengibre de la mañana nada más levantarme. En los cinco días me deshinché más de una talla y perdí casi tres kilos (esto no es una referencia como tal ya que retengo mucho líquido, dependerá de cada persona). Mi cara se estilizó mucho, igual que mi cuerpo.
El cambio también lo noté en la piel, mucho más deslumbrante. En el descanso, dormía más profundamente y al despertar esa sensación placentera de estar totalmente renovada tras un sueño reparador.
Pero por encima de todo, la energía. Me levanto todos los días a las seis menos cuarto de la mañana para andar mis ocho kilómetros. Normalmente me acuesto tras el almuerzo una siesta de media hora, pero en esos días fue imposible. No tenía sueño ni cansancio. Seguía haciendo mi vida con un “chute” de energía que, siendo sincera, no recordaba anteriormente.
Supongo que así se tienen que sentir Spider Woman o cualquier otra heroína de Marvel: dinámica, con fuerza, potencia y ánimo para salvar al mundo de esos “malditos roedores” que andan por ahí. No quiero ni pensar cómo será el de nueve días o el de veinte y uno. ¿O sí?
Ha sido una de las grandes experiencias de estos últimos tiempos. Me parece un proyecto maravilloso formado por mujeres extraordinarias. Pondría una Bego/Alex en mi vida para que me enviara esa maravilla cada tres días a mi casa para seguir disfrutando, sintiendo, vibrando y a una Cuchita para poder comentarlo entre risas mientras nos tomamos un agua de limón, pepino y albahaca.
Leedlo en su página web, llamadlas. Decidles lo que queréis, cómo os sentís y dejaros llevar. Por mucho que escriba aquí mi experiencia, ellas son las que mejor saben cuál es el camino a seguir y cómo hacerlo.
¡Yo pienso repetir muy pronto!
Por cierto, esos botecitos que vienen con distintos colores y sabores naturales deberían venir en botellas de litro y medio, ¡Son adictivos! ¿Los puedo pedir a los Reyes Magos?