Cuando el queso se convierte en fiesta.

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Claves para crear una tabla festiva memorable con dulces y quesos artesanos.

Más allá de lo convencional: redescubriendo el queso en Navidad

La Navidad es tiempo de reencuentros y gastronomía compartida. En ese escenario de mesas generosas y conversaciones sin prisa, la tabla de quesos ocupa un lugar privilegiado, o debería serlo: invita al picoteo cómplice y al disfrute pausado.

No obstante, a menudo caemos en las mismas combinaciones previsibles olvidando el universo de posibilidades y matices   sorprendentes que ofrece un queso artesano.

 

Conociendo a los protagonistas: familias de quesos artesanos

Para construir maridajes acertados conviene conocer la personalidad de cada queso. Aunque el mundo quesero es vasto, agruparlos por familias ayuda a comprender mejor sus perfiles aromáticos y a elegir el acompañamiento adecuado.

Quesos de pasta blanda y corteza enmohecida

Brie de Meaux, Camembert de Normandie, Coulommiers

Son cremosos y delicados, despliegan aromas lácticos con notas de mantequilla, champiñón y tierra húmeda. A temperatura ambiente alcanzan su máxima expresión. Su riqueza grasa agradece un contrapunto fresco y ligeramente ácido.

 

Foto:Ana B González Pinos

Quesos azules o de mohos internos

Roquefort, Cabrales, Gorgonzola, Stilton

Son los grandes protagonistas de la intensidad: salinos, persistentes y con un punto picante. Necesitan acompañantes capaces de equilibrar su carácter sin eclipsarlo.

Quesos de pasta prensada curados

Manchego curado, Idiazábal, Pecorino, Comté, Gruyère

Firmes y complejos, desarrollan con la maduración notas de frutos secos, caramelo. Son quesos que piden acompañamientos estructurados, a su altura aromática.

 

Quesos de cabra

Luna Nueva, Valençay, Crottin de Chavignol

Reconocibles por su acidez vibrante y su perfil fresco o herbáceo. Esa acidez natural los convierte en un lienzo perfecto para dulces aromáticos y frutas jugosas.

 

El acompañamiento dulce: tesoros de la despensa navideña

Los dulces navideños no son un adorno: aportan textura, aroma y equilibrio. Bien elegidos, permiten que el queso se exprese con mayor claridad y nos pueden dar grandes sorpresas.

Frutas deshidratadas y confitadas

  • Orejones de albaricoque: dulces y ligeramente ácidos, ideales para quesos cremosos.
  • Higos secos: melosos y profundos, con semillas crujientes que aportan complejidad y textura.
  • Dátiles: notas de caramelo y miel, perfectos para suavizar quesos muy salinos.
  • Frutas escarchadas (naranja, cereza, calabaza): dulzura cristalina y aromas concentrados.
  • Dulce de membrillo: clásico insustituible, floral y ligeramente astringente.
  • Mieles monoflorales (castaño, romero, azahar): cada una aporta su propio paisaje aromático.
Foto:Ana B. González Pinos
Foto:Ana B. González Pinos

 

Fruta fresca de temporada

Aporta jugosidad y ligereza, limpiando el paladar entre bocados.

Uvas: versátiles y refrescantes.

Granada: explosiones agridulces llenas de color.

 

Naranja o mandarina: acidez cítrica que realza quesos curados y azules.

 

 

La alquimia del sabor: maridajes que funcionan

Todo buen maridaje se basa en dos principios: contraste y complemento. Aquí de dejo alguna pista

  • Quesos azules con higos secos o dátiles: La dulzura intensa envuelve y equilibra la salinidad del queso
  • Quesos curados de oveja con dulce de membrillo o cítricos: La dulzura florar o la frescura de los cítricos realzan las notas de frutos secos
  • Quesos de pasta blanda con orejones o uvas: La acidez frutal aligera la grasa y aporta vivacidad.
  • -Quesos de cabra con miel o granada: La miel redondea la acidez y la granada aporta textura y frescor.
  • Quesos de larga maduración con pasas: Doble dulzura que destacan las notas de umami y caramelo.

 

 

 

No podíamos terminar sin recordar una vez más los principios básicos de cómo montar una tabla de quesos:

  1. Temperatura adecuada: saca los quesos del frío con antelación. Un queso frío no habla.
  2. Selección equilibrada: de tres a cinco quesos de distintas familias son suficientes.
  3. Orden de degustación: de los más suaves a los más intensos. Esto es de primaria.
  4. Cuidar la presentación: espacio, armonía visual y pequeños rótulos marcan la diferencia. Todo nos entra por los ojos y en estas fechas mucho más.

 

Porque una buena tabla de quesos navideña no es solo una suma de productos, sino una invitación al encuentro y al placer compartido. Y pocas cosas representan mejor el espíritu de la Navidad que una mesa donde el tiempo parece detenerse, bocado a bocado.

¡Para todos, felices fiestas y felices quesos!

 


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