Conocí la existencia del Restaurante Montia (San Lorenzo de El Escorial) hace más de un año, allá por la primavera del 2012, por casualidad. Navegando por internet y las redes sociales, me llamó la atención las críticas positivas que tenía y decidí hacer una reserva. Entonces ya me costó un par de meses encontrar una fecha para reservar una mesa para dos personas. Octubre fue el mes elegido.
Lo primero que llama la atención es el mismo restaurante. Blanco, inmaculado y prácticamente diáfano. La chimenea aporta la calidez en esos días de otoño de la sierra y el color una pila de troncos perfectamente apilada. Unos cuadros en tonos marrones adornan la pared. Realmente acogedor.
Recuerdo perfectamente la atención y servicio de sala desde el primer momento, impecable Jorge es la primera persona con la que te encuentras y te va poniendo en situación con explicaciones concisas sobre la procedencia y elaboración de la mantequilla, agua y pan. El siguiente paso es la presencia de Luis o Dani, que te explican el funcionamiento de su restaurante. No existe carta, dos menús en base a productos de proximidad, largo y corto con posibilidad de maridaje de bebida. Tras preguntar sobre alergias o productos que no sean de tu agrado, comienza el espectáculo. Mente abierta y preparada para ser sorprendida en cada plato. Nuestra elección fue el corto con la posibilidad de continuar o pasar a los postres.
Comenzamos con una cerveza artesana de Madrid (La Cibeles) y unos raviolis de mejillones y brandada de bacalao.
A continuación una sopa de tomate con queso y crujiente de trompetas de la muerte y sésamo. Delicada y llena de sabor.
Sorprende la Mousse de berenjena ahumada con cebolletas confitadas en mantequilla y espuma de cerveza con miel tanto por la presentación como por la sutileza. Acompaña un vino de la Alpujarra de 4 meses en barrica de aceite que nos enamora.
Bonito escabechado con verduras encurtidas y frescas con una salsa de perdiz escabechada hace que el festín continúe. Cada plato es presentado y explicado por el cocinero que lo ha hecho. Con cada paso nos introducen más en su mundo haciendo que lo disfrutemos aún más. Derraman literalmente pasión por sus platos y eso se nota. Y se agradece.
El vino esta vez se queda en la Comunidad de Madrid, A dos Tiempos de Navalcarnero con 6 meses en roble impresiona.
Para terminar el menú corto elegido nos queda un plato, es en ese momento cuando decidimos continuar porque estamos expectantes, queremos ver más de estos jóvenes cocineros.
La pelota de oreja ibérica al horno confitada con acelgas y pimientos y acelgas es un homenaje a la sutileza. Asada a baja temperatura durante varias horas se deshace en boca.
Aire de Patas de La Mancha es la armonía perfecta. Terminamos con foie al vapor envuelto en hoja de higuera. Un homenaje a los sentidos que nos acaban de montar en la misma sala.
Espuma de coliflor, cebollino, cuscús, higos, avellanas y ajetes. Un plato redondo que entra por la vista, enamora al olfato y seduce el gusto. Toucheé. Bodega Alfredo Maestro de Navalcarnero es testigo de ello.
Dos postres: Macaron de hinojo sobre membrillo con láminas de albaricoque y salsa de sauco con helado de yogur.
Espuma de jara con mousse de pino sobre tierra de chocolate hacen que sencillamente, comamos del otoño y el bosque. El Oporto elegido es espectacular.
Café y licores hechos por ellos mismos hacen que la sobremesa sea un agradable oasis donde enumerar cada detalle.
Ya entonces tuve la suerte de salir a la calle y encontrarme a Luis y a Dani sentados en las escaleras de la pequeña plaza que da acceso al restaurante. Durante largo tiempo hablamos del futuro, de su cocina, de ellos. Muchas veces rememoro aquella tarde lo que allí se dijo. Aposté por ellos en privado y en público y el tiempo me ha dado la razón. Algo de lo que me alegro y mucho.
Un año después regresé a Montia con unas compañeras… pero esa historia os la cuento en otra entrada.
Restaurante Montia
C/Calvario 4, San Lorenzo de El Escorial, España.
Teléfono de reservas: 91 133 69 88