Escabeche de níscalos con paté de pularda y la gelatina salada con caldo de algas y soja acompaña a la anguila ahumada y apio que explota en boca.
Malvasía italiano, elMio! del 2011 acompañan a la ostra escabechada en su propio jugo, cartueso, zanahora encurtida y manzana ácida hacen el resto. Delicado junto al tartar de tomate de la zona.
Crema de ajo blanco, sardina ahumada, cebolleta y huevas de trucha es el primero nos encanta. Isabel está sorprendida y feliz, como el resto.
Cambiamos de vino y Paula, nuestra somellier, sorprende con un coupage de 7 meses en barrica de La Orotava para el siguiente plato. Ensalada templada de caracoles, brandada de bacalao, cangrejos de río, acelga roja con vinagreta de ajo. Simplemente espectacular.
Segundo interludio y solo de violín. El guiso de setas y lentejas con Boletus Pinícola, coliflor, brécol y coronada por montia, toda un declaración de intenciones.
Plato deslumbrante donde los haya es el Gazpachuelo castellano con la Torta de Galiano, setas, crema de patatas, salvia y caldo de Caza. Una puesta en escena del plato delicada y espectacular que nos deja sin palabras. Un número de malabarista que acompaña uno de los vinos mejor elegidos, una Garnacha del 2013 (Ambiz) con fermentación en tinaja de barro que simplemente enamora a todos los comensales.
Me asombra la delicadeza de la carne de caza repleta de sabor y sutileza para pasar al tercer interludio.
Último plato del menú largo, compuesto por muslito y pechuga de paloma torcaz con un guiso de champiñón e hinojo. Explosión de sabores y reconozco, sin vergüenza, que acabamos “chupando” el hueso de la misma. Mejor homenaje no podíamos darle a tal festín.
No pudimos sacarle a Luis quien era el artífice de este plato, una verdadera ofrenda a este guiso tan típico de la comunidad de Madrid. Suaves y con una textura única, fueron catados y admirados por toda la mesa.
La hora del café y los licores caseros es el momento para asentar emociones, instantes para comentar sensaciones, deleitarnos entre risas y confidencias.