La Taberna La Cruzada tiene el honor de ser la más antigua de Madrid. Fundada en 1827, pronto se convirtió en un lugar de encuentro de los intelectuales como Pío Baroja o Galdós, a los que me gusta imaginar sentados con un chato de vino mientras hablan de la situación del país.
No pasa por alto tampoco el color rojo característico de la época, ya que por entonces este color era la seña de identidad de las tabernas donde se encontraba el buen vino.
También era la taberna preferida de Alfonso XII quien, al parecer, se paseaba por allí de vez en cuando. Una vez reabierta en febrero de este año, la hija de Tiburcio le regaló la copa donde bebía el monarca, que se encuentra al lado de la barra. Todo un detalle.
En La Cruzada hay dos ambientes diferenciados: la barra, de madera de nogal español y pieza original del local. Allí puedes degustar buenos vinos, cervezas, vermuth o champán.
Y ya llega el plato fuerte, la especialidad de la casa: el cocido madrileños con sus tres vuelcos. No pueden faltar las piparras, la cebolleta y la salsa de tomate con cominos y orégano, imprescindibles.
Nos presentan un recipiente donde la sopa viene aun haciéndose y que conserva el calor durante mucho tiempo. Desgrasada (se agradece) y con un extraordinario sabor. Alguna de mis acompañantes repite, yo me cuido para lo que viene.
Sin tiempo para reponerse, aparecen los garbanzos castellanos, de una calidad extraordinaria. Laura y Cacho nos comentan que son de un pequeño pueblo de Segovia y toda la producción es para ellas. Punto justo de cocción y muy agradables al paladar.
Y los dos vuelcos restantes. Verdura que se compone de zanahoria, puerro, patata y col. Todo de una excelente calidad, las patatas se las trae un pequeño agricultor y se nota en el sabor.
Y por último la bandeja de carne en la que hay de todo: pollo, morcillo, jamón , tocino, morcilla… y tuétanos. Ana Hernández me regala en mi plato el más grande y se lo agradezco, soy una apasionada del tuétano. El chorizo se deshace y toda la carne está en su punto de cocción también. Una delicia.
De nuevo nos comentan que la selección de productos la hacen ellas, lo revisan cuando llega a la cocina, tienen varios proveedores y eso hace que nunca se queden sin abastecimiento de buen producto.
Los postres caseros son el broche perfecto. Y como prometí a Ana Hernández que ella hablaría de ellos, se lo dejo. Eso sí, si puedes, prueba la leche frita flambeada con anís…. Y me lo cuentas.