Aprovechando la Capitalidad Gastronómica Española y en este caso, la entrega de premios de la Academia Castellano y Leonesa de Gastronomía y Alimentación , he pasado unos días en mi tierra, León.
Y como la compañía es muy importante en esto de viajes y cosas de comer, Inma Cañibano y yo decidimos probar juntas, y por primera vez, el Restaurante LAV
LAV es una apuesta arriesgada , todo hay que decirlo, en una ciudad en la que la hora del vermut, los vinos o la cerveza vienen acompañado de suculentas tapas o pinchos. De igual manera que en Granada, la oferta gastronómica de mesa y mantel tiene complicada su andadura.
Las iniciales del nombre corresponden a Laboratorio Alfonso V , hotel donde se encuentra el restaurante, en la primera planta. Lo primero que llama la atención es su precio, 37 € (sin bebida) para 10 platos .Supongo que para alguien que vive en la capital y que paga un ticket medio entre 45-50 € esto es una especie de bicoca.
Una de las curiosidades, y por qué no decirlo, también divertimento, es que cuando entras te sientan mirando a la cocina y te dan un papel con rotuladores de colores (para comensal un color distinto), donde tú vas a elegir los platos principales.
Inma y yo intentamos coincidir en pocos platos ya que el intento era probar lo máximo posible.
Y de esta manera comenzamos con un vino fino y una manzanilla pasada de las Bodegas Sánchez Romate nuestro periplo gastronómico.
Un macaron de cocido inicia la aventura seguido unas piedras de foie degustadas con los vinos de Jerez.
A continuación de un bocado que nos sorprende : lengua de ternera ahumada con gel de oricios y albahaca. Dos productos muy potentes que en boca resultan deliciosos , un mano a mano por ver quién se lleva la palma. Sencillamente perfecto.
Ya en mesa mi primera elección fue tirar por la tierra y por un producto que me gusta mucho: Cangrejos de río con guacamole y patata. Una gran idea que no se plasmó totalmente en el plato ya que las colas de cangrejo estaban insulsas. Ni siquiera la reducción de las cabezas que lo acompañaba lo levantaba. Vale, es verdad que tienen poco sabor, pero esperaba un poco más de ese plato.
Sin embargo Inma triunfó con el suyo: Oreja de cerdo caramelizada, endivia y reineta asada .Juego de texturas y sabores con una gran técnica. La reineta aporta frescor y ese toque ácido tan característico y la endivia los amargos que contrastan con el punto dulce de la oreja.
Seguimos con las cremas: Ligera de patata y maíz con foie. Para repetir una y otra vez. Eso sí, le hubiera quitado el foie (llamadme loca ) .Los granos de maíz le dan un toque muy, muy especial.
La segunda es para los puerros de Sahagún con berberechos, muy ligera y con gran sabor. Se agradece este tipo de sopas templadas/frías en este tiempo.
De los platos principales me quedo con la sorpresa, y para mí, el mejor plato del menú: Merluza de pintxo con guiso de manitas de cerdo. Una perfecta elaboración del pescado y un juego acertado y divertido con los pimientos del Bierzo. Una verdadera master class plasmada en un plato. Ha pasado directamente a mi top de los 13 mejores platos del año.
Terminamos los platos fuertes con un steak tartar vuelta y vuelta con un toque de humo. Decir que la carne era de muy alta calidad y puso un broche perfecto al menú.
Llegado la hora del dulce nos arriesgamos con dos al azar ya que ni Inma ni yo somos muy golosas. Pera al vino y un tocinillo de calabaza, merengue seco y helado de cerveza Guinness pusieron el punto final a este menú . (una gran idea el helado de cerveza, lo mejor del postre).
Nuestra elección de vino fue para uno de la zona : La Clave 2016, DO Bierzo elaborado por Raúl Pérez y con un precio de escándalo (12 €).
Los artífices de esta aventura son el chef Javier del Blanco junto con el sumiller y jefe de sala Daniel Giganto.
En una breve charla con Javier nos relata su aventura en Nerua así como la intención de reinterpretar platos tradicionales haciendo de su cocina un verdadero laboratorio para todas esas ideas que tienen en mente. Nunca pensó que volvería a su tierra y aquí está, sorprendiendo con cada plato.
Daniel también trae una extraordinaria experiencia siendo sumiller en el Bulli y aprendiendo de un clásico en León, Casa Amancio.
Un proyecto que quiere subir la oferta gastronómica de la ciudad y por la que definitivamente yo apuesto.
Mención especial merece su servicio de sala: muy jóvenes muy bien preparados que dan aún más valor a esta experiencia.
Enhorabuena!
Nota importante: la puntualidad es imprescindible siempre, pero en este restaurante más. No os lieis tomando vinos por la zona, dejarlo para otro día y disfrutad con todos los sentidos de su menú.
Si sois “paneros” disfrutaréis como enanos.